Esmaltes para cerámica: Una guía básica.

Al momento de acabar nuestras piezas de arcilla, previa su cocción en horno, es
posible la aplicación de esmaltes. Su función puede ser decorativa, pero también
muy útil a la hora de la creación de piezas que luego vayan a contener líquido,
como tazas o cuencos, ya que los impermeabiliza. El esmalte otorga color, textura
y resistencia, formando una película vitrificada sobre la pieza, que le brindará
protección.
Los esmaltes tienen diferentes composiciones y se pueden clasificar según su
composición, su forma de aplicación y su cocción.
Según su composición, encontramos esmaltes con plomo, los cuales otorgan un
acabado brilloso y resistente utilizado frecuentemente en cerámica industrial;
con estaño, el cual aporta un toque blanco opaco a la pieza; con sal o bicarbonato
de sodio, el cual es utilizado en piezas con fines alimentarios por su resistencia;
con cenizas, de carácter muy natural para piezas rústicas.
Existen muchas más variedades, sin embargo lo recomendable es pensar la
finalidad de la pieza y el tipo de acabado que se busca a nivel estético para poder
elegir el mejor esmalte según la ocasión. Los esmaltes comerciales vienen
presentados en polvo y se mezclan con agua en distintas proporciones para
obtener el producto listo para aplicar.
 
Según la temperatura de cocción de las piezas, encontramos esmaltes de alta y
baja temperatura. Los primeros se recomiendan para piezas previamente
bizcochadas, es decir, con una cocción previa a baja temperatura. Se cuecen a
temperaturas de entre 1200 y 1300 grados centígrados. En cuanto a los esmaltes
de baja temperatura, su cocción ronda los 950 y 1050 grados centígrados. Vienen
presentados en polvo o de manera líquida y se mezclan con agua para su uso. Sus
versiones son más versátiles, incluyendo acabados mate, satinados,
transparentes, entre otros.
Según su aplicación, puede ser a pincel o brocha, una técnica ideal para utilizar
con esmaltes en suspensión. Otra opción es por vertido, cuyo nombre indica lo
que debemos hacer con el esmalte. Se usa tanto para piezas cóncavas como
planas y generalmente se presenta en polvo. Cuando esmaltamos una pieza
mediante pulverización, con pistola de aire comprimido o aerógrafo, debemos ser
cuidadosos utilizando el equipamiento adecuado de mascarilla y anteojos
protectores dado que puede resultar tóxico. La pulverización se realiza a una
distancia de 15 a 20 centímetros de la pieza. Podemos también realizar detalles
más finos con una jeringa o aplicador. Esta forma de aplicación puede utilizarse
sobre otro esmalte para el acabado de los detalles en piezas ya bizcochadas. Por
último, existe la técnica de inmersión de la pieza parcial o completa por unos
segundos en el esmalte, la cual asegura un color homogéneo.
Existen otras formas de clasificar los esmaltes, como por colores, composición
química o transparencia. Lo importante es siempre tener en cuenta el objetivo de
nuestra pieza, la técnica que queremos aplicar/aprender y la disponibilidad de
materiales para realizar el acabado.
Recomendamos consultar con expertos en la materia. Terragres ofrece atención
personalizada a fin de poder brindarte la mejor experiencia en la compra de tu
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